Más del 64 % de los estudiantes en el país han denunciado ser víctimas de acoso escolar.
Cada año, los casos de bullying en Colombia van en aumento sin que se implementen medidas efectivas para contener una problemática que afecta a miles de estudiantes y preocupa a sus familias.
Tan solo en el 2024 se reportaron más de 60.020 casos de agresión y discriminación en entornos educativos, según cifras del Ministerio de Protección Social y el sistema SIVIGILA (Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública).
Las poblaciones más vulnerables enfrentan un riesgo aún mayor: el 82 % de los niños con discapacidad han sido víctimas de bullying, mientras que 9 de cada 10 estudiantes han sufrido acoso debido a su diversidad de género.
Aunque la violencia escolar ha sido reconocida como un problema de salud pública, la respuesta institucional sigue siendo limitada y, en muchos casos, ineficaz. El testimonio de una madre refleja la gravedad del problema: durante cinco años, su hijo de 10 años, fue víctima de acoso por parte de compañeros y profesores en un colegio privado en la ciudad de Bogotá, pero la institución educativa desestimó las denuncias. En lugar de intervenir, la situación fue minimizada y atribuida a que el niño era “muy consentido” por sus padres.
“Fui en repetidas ocasiones al departamento de psicología para advertir que sospechaba que le estaban haciendo bullying a mi hijo. Empezó a mostrar señales de alerta: se quedaba atrás en las tareas, perdió la motivación para ir al colegio y se volvió más retraído. Apenas respondía cuando le preguntábamos si necesitaba ayuda académica o si algo le preocupaba. Como madre, uno siente cuando algo no está bien”, relata.
A pesar de sus intentos por obtener apoyo, la respuesta de la institución fue siempre la misma. “Nos dijeron que él era simplemente un niño consentido. Nadie nos creyó, ni a mi esposo ni a mí”, comenta.
Casos como este ponen en evidencia las fallas en la implementación de políticas anti-bullying en los colegios. A pesar de la existencia de la Ley 1620 de 2013, que establece la Ruta de Atención Integral para la Convivencia Escolar y exige protocolos de intervención, su aplicación sigue siendo irregular. La falta de capacitación docente, la escasez de recursos y la indiferencia institucional han limitado el impacto de la normativa. Como resultado, muchas víctimas no reciben el apoyo necesario y los agresores continúan sin enfrentar consecuencias significativas.
“Erradicar el bullying es complicado porque la agresión es inherente a las relaciones humanas. Lo fundamental es fortalecer el entorno escolar para promover relaciones más positivas y dotar a los estudiantes de mejores herramientas para resolver sus conflictos”, afirma Lina María Saldarriaga, directora de operaciones de Aulas en Paz. Para ello, es necesario un cambio de enfoque en la convivencia escolar que fomente la educación socioemocional y la prevención temprana.
El bullying es un desafío, reducir su impacto es una meta alcanzable si se implementan políticas sostenibles y un compromiso real de las instituciones, docentes y familias.
“Es fundamental que los niños desarrollen habilidades socioemocionales para aprender a convivir. Pretender que los conflictos desaparezcan es irreal, pero sí podemos fomentar el uso de estrategias asertivas, el pensamiento crítico y la empatía”, concluye Saldarriaga.
Sin embargo, las estrategias convencionales han demostrado ser insuficientes. Las campañas de concientización y las sanciones a los agresores, aunque bien intencionadas, no han logrado cambios estructurales en la convivencia escolar. Expertos en educación y psicología coinciden en que el problema no se soluciona con medidas aisladas, sino con un enfoque integral que transforme la cultura escolar.

Para el Ministerio de Educación, reducir estas cifras no es una tarea fácil y se podría lograr con formaciones clave en ciudadanía, derechos humanos, participación democrática y habilidades socioemocionales. Sin embargo, persisten retos como la falta de recursos, la resistencia al cambio y la necesidad de una mayor capacitación para docentes. Eso sí, advierten que la penalización del bullying no es la solución: “No podemos sancionar a niños que, muchas veces, son víctimas de violencia intrafamiliar, explotación o abandono. Es clave abordar este fenómeno de manera integral”, afirma Daniel Rojas, ministro de educación.
Finlandia un ejemplo a seguir
El bullying es un problema global, pero algunos países han logrado reducir sus niveles con estrategias innovadoras. En Finlandia, por ejemplo, más de 900 escuelas han implementado el programa KiVa con resultados altamente positivos. El 98% de las víctimas que participaron en conversaciones con los equipos KiVa reportaron una mejora significativa en su situación, demostrando la efectividad del programa en la prevención y manejo del acoso escolar.
El programa, desarrollado por la Universidad de Turku y respaldado por el Ministerio de Educación de ese país incluye: educación emocional, la mediación y la intervención temprana. Este programa ha sido presentado en nuestro país por la Embajada de Finlandia en apoyo de la empresa CIPRÉS Bienestar y Mercadeo Educativo.
“Con el lanzamiento de Kiva en Colombia, podemos demostrar que sí es posible un cambio estructural en la educación, brindando a colegios y docentes estas innovadoras herramientas que ya fueron probadas, durante los últimos 20 años, en 23 países a nivel mundial, en más de 2,000 colegios y ha impactado a más de 700.000 estudiantes”, afirmó Nicolás Bermúdez, gerente general de CIPRÉS.
Este programa es uno de los más importante que existe en el mundo para la prevención del acoso escolar (bullying- sexual- físico-racismo y ciberacoso). Los estudiantes que participan pueden identificar las distintas formas de acoso y realizar ejercicios para fortalecer la convivencia, prevenir y erradicar la comunicación violenta y los malos tratos entre sus compañeros. Con solo 45 minutos al día, en 20 sesiones interactivas, los niños, niñas y jóvenes participan de debates y ejercicios prácticos que les ayudan a fortalecer la empatía y desarrollar habilidades para intervenir de manera efectiva.
Además, Kiva capacita a los docentes y ofrece herramientas digitales para poder intervenir en los distintos casos y hace partícipes a los padres con una guía especial que los forma en el tema y manejo. Cuando el acoso escolar ya se ha instaurado, el programa implementa estrategias de intervención, trabajando con la víctima, la persona que lo perpetra y el grupo de compañeros para detener la situación.
Conocer y replicar buenas prácticas como esta, originada en Finlandia, siempre puede sumar en el reto de garantizar un entorno seguro para las nuevas generaciones, aunque hay que decir que los entornos culturales y sociales entre estos dos países son muy diferentes. Habrá que evaluar en qué medida la implementación de este programa puede contribuir a la solución; mientras tanto, el desafío sigue vigente para el sector.
Artículo tomado de: https://www.eltiempo.com/vida/educacion/es-posible-erradicar-el-bullying-y-el-acoso-escolar-en-colombia-3431291